sábado, 6 de febrero de 2010

LUCIANO BENJAMÍN MENÉNDEZ

POR QUÉ NO DECLARO


Por cierto que digo siempre lo mismo porque se trata de lo mismo. Hay otros que frente a lo mismo dicen cosas distintas, según los interlocutores, circunstancias y conveniencias del momento. Habituados a este modo de actuar, a mis acusadores les debe sorprender desagradablemente que yo siga pensando igual frente al mismo enemigo, a los mismos episodios que ellos produjeron y a los que ahora nos retrotraen.
Me niego a declarar porque estos juicios son inconstitucionales.
La Constitución Nacional señala en su artículo 18, que “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales o sacado de los jueces designados por la ley antes de los hechos de la causa”. La ley vigente cuando la subversión marxista inició el asalto armado a nuestra Patria, era la Nº 14.029 – Código de Justicia Militar. Tan vigente estaba, que han tenido que derogarla ahora, por ley del Congreso, para que, en el futuro, cesen sus efectos.
Esa ley designaba como mi juez natural al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Por lo tanto, el tribunal que me juzga es incompetente.
Además, esa ley cumplimos y a ella nos ajustamos las fuerzas legales para enfrentar y vencer al terrorismo marxista, sin apartarnos de lo que ella y los reglamentos disponían y sin cometer delito alguno. Con esa ley, dice la Constitución Nacional, debe juzgarse nuestra actuación enla Guerra Contrarrevolucionaria.
Finalmente, por esa ley yo, como Comandante, soy el único responsable de la actuación de mis tropas. Por eso, a mis dignos subordinados de entonces no se les puede imputar nada, y menos, privarlos de su libertad como ilegalmente se ha hecho con muchos de ellos.
Pero no son estas las únicas transgresiones cometidas para llevar adelante estos juicios. Para hacerlo, ha sido preciso violar muchas normas jurídicas, que enumero a continuación sin pretender agotar la lista:

§ No se nos ha aplicado la ley más benigna.
§ Se nos han aplicado leyes retroactivas.
§ Se ha ignorado la norma de que si no hay ley, no hay crimen.
§ Se ha tergiversado el concepto internacional de delito de lesa humanidad, adjudicándonoslos, siendo que nunca atacamos a la población civil.
§ Se han violado las normas de prescriptibilidad de la ley.
§ Se nos ha negado el principio de legítima defensa a pesar de que actuamos en defensa no ya de individuos sino de la Nación, ante una agresión dirigida y abastecida desde el exterior.
§ No se ha aplicado el principio de cosa juzgada.
§ Se ha aplicado al revés el principio de la duda: en vez de usarlo en beneficio del acusado, se ha deducido su culpabilidad sin pruebas.
§ Se ha hecho prevalecer tratados internacionales por sobre la Constitución Nacional.
§ Se han anulado leyes y decretos haciendo cesar absolutamente sus efectos, no a partir del momento de su derogación, sino también retroactivamente.

Pero además de esas irregularidades, hoy se da una paradoja grotesca. Los terroristas marxistas que conducidos desde el extranjero asaltaron la República en las décadas del sesenta y setenta, porque no creían en nuestras instituciones democráticas y querían cambiarlas por grises organizaciones marxistas, ahora aprovechan, se refugian, y usan esas mismas instituciones democráticas que atacaron, para juzgarnos a quienes las defendimos. No hay más que ver los nombres y los antecedentes de los que nos acusan para corroborar su filiación ideológica.

Con el agravante de que su propósito sigue siendo el mismo: usurpar el poder para cambiar nuestro estilo de vida. Porque los terroristas, derrotados en el campo militar, abandonaron la lucha armada pero no la lucha política ni su objetivo. Y siguiendo el dicho de Lenin “la paz es la continuación de la guerra por otros métodos” desarrollaron desde 1980 en adelante, la táctica gramsciana de infiltrarse en todas las organizaciones del país, dominarlas y aprovecharlas para, amparándose en las normas democráticas, atacar la República desde adentro y destruir nuestra democracia Representativa, Republicana y Federal.
No quiero prestarme al juego de los terroristas que ayer ponían bombas y asesinaban a traición para transformar el país en comunista, y hoy pretenden ser y haber sido pacíficos ciudadanos democráticos y bajo esa máscara persisten en su oscuro objetivo.
El nuestro es el primer país en el mundo en que los compatriotas juzgan a sus soldados victoriosos, que lucharon y vencieron por y para ellos.
Es incomprensible que las Instituciones de la República, para defender las cuales luchamos, y que existen porque triunfamos nosotros, nos juzguen hoy para regocijo y peor, para facilitar el éxito de quienes quisieron y quieren destruirlas y reemplazarlas por su burdo remedo comunista.
Ya que no puedo oponerme a estas burlas a la Constitución Nacional, ni al proyecto de cambiar nuestro estilo de vida, al menos no quiero sumarme a ese doble crimen.
No declaro pues, como no lo he hecho ante nadie que no fuera mi juez natural, a fin de ceñirme al cumplimiento de la Constitución Nacional hoy permanentemente violada, y para no ser cómplice en facilitar a los marxistas el uso de los medios legales de la democracia para que nos lleven al abismo de la ilegalidad y la tiranía.

Por otra parte, estaría faltando a mi deber de soldado de la República si me sometiera voluntariamente a los trámites de una justicia que no es independiente.
Y respaldo este aserto con el reportaje al juez Díaz Gavier que el diario La Voz del Interior publicó el 27 de julio de 2008. En dicho reportaje, titulado “Probablemente, la Justicia se ajusta a los poderes de turno”, el periodista expresa: “Se sospecha que la Justicia se acomoda a los gobiernos de turno.” A lo que el juez responde: “¿Si la Justicia se ha ido ajustando a los poderes de turno? Diría que es probable que sí. Es posible que eso ocurra… existen jueces que son más sensibles al poder… no puedo negar, también en Córdoba, que ha habido algunas expresiones, no digo de sometimiento, pero sí de vinculación con el poder.” En seguida, el periodista pregunta: “¿El impulso y la presión pública que realizó Kirchner para acelerar los juicios por la comisión de delitos de lesa humanidad hizo que ciertas causas se aceleraran?” A lo que contesta el juez: “Creo que sí… la muy decidida toma de posición del gobierno del ex presidente Kirchner precipitó algunos acontecimientos y removió algunas actitudes personales de quienes no estaban y no están dispuestos a llevar este tipo de causas”. Pregunta de nuevo La Voz: “Sin la presión de Kirchner ¿Hubiera sido posible este juicio?” Y contesta Díaz: “Es difícil decirlo. Pero es indudable que no hubieran existido la celeridad y prontitud que hoy, de alguna manera, se les está imprimiendo a estas causas”.

En este orden de ideas, citaré también la editorial de la Voz del Interior del 27 de enero del 2009 titulada “Jueces con miedo e inseguridad jurídica” en la que el diario dice: “Se tornan harto difícil las afirmaciones de la presidente y de su esposo de que el país posee una justicia independiente. Hasta resulta una grosera irrisión. No pueden creer sinceramente que una justicia sometida al miedo pueda ser una justicia independiente”. “La reforma del Consejo de la Magistratura y la ley 25.990 de prescripción… son las piedras basales de un sistema jurídico y legal que garantiza no solo impunidad a quienes deben ser protegidos por intereses políticos, sino que también condiciona gravemente la libertad de acción de los jueces.”

Abundaré en las citas remitiéndome a una editorial del diario La Nación del 28 de enero de 2009 titulada “Cuandola Justicia tiene miedo”, que dice: “También es cierto que Casación ha sido objeto de duros cuestionamientos por parte del kirchnerismo, que acusó a algunos de sus miembros de demorar los juicios contra militares… Todo esto confirma, que tal como lo denunciara el Presidente dela Asociación de Magistrados, Ricardo Recondo, existen presiones del gobierno sobre los jueces.”

Seré pues víctima de esta inseguridad jurídica con que se burla a la República, se perturba la vida de los ciudadanos, y se abre el camino a la tiranía. Pero no seré un títere más de este teatro armado y manipulado por los guerrilleros de ayer.

Luciano B. Menéndez

General de División


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