Mauricio Macri ha descubierto la justicia. El que quiera entender esto que lo intente. De un tiempo a esta parte ha convertido a su Sinaí personal en un sube y baja y cada vez que desciende viene con nuevas interpretaciones de hechos y quereres y a veces con algún que otro navajazo en la espalda de quien ose creer en su palabra. Su asesor de imagen, que no Dios, le ha escrito unas tablas donde palabras más, palabras menos, le dice que no se meta en este tema de la amnistía porque ya no es una brasa sino una zarza ardiente y que la cosa no está para revolcarse en ella; que seguramente Diego Guelar cuando lo dijo estaba inmerso en un climaterio insondable y que los presos, presos están, y al fin y al cabo las encuestas no premian a quien se preocupa hoy en día por setecientos u ochocientos veteranos recluidos en penales federales.
Mauricio Macri y su pandilla, que ganaron sus votos con un discurso de unión y futuro tiembla, al igual que cualquier político lameculos, frente al anatema de una arpía de cabeza empañolada con chapa de abuela o madre.
Independientemente de quien fuera quien había tirado la idea a la palestra – que entre otras cosas fue inmediatamente escarnecido por propios, que temblorosos querían poner distancia de tamaña osadía, y extraños a los que en el mejor de los casos les podía acabar el curro de juicios e indemnizaciones - ésta era de tal trascendencia que aquel que se animara a llevarla adelante necesitaba un coraje y una decisión que es imposible, hoy, encontrar en los políticos argentinos, y frente a esto, por más grandeza que implicara, por más defensa de la justicia y la necesidad de vivir en paz que tiene un pueblo, como dice el tango: “no hay quien la talle”. Lamentablemente
Mauricio Macri y su comparsa saben muy bien, aunque se cuidan de decirlo, que la justicia argentina – así con minúsculas para resaltar el carácter servil que unos togados payasos federales le han impuesto – no es hoy otra cosa que un instrumento de venganza en manos de los que SÍ SON LOS VERDADEROS AUTORES INTELECTUALES DE MUERTES Y DESAPARICIONES en esa década cruel que vivimos los argentinos. Y la lista de estos asesinos intelectuales es más que larga, y para desgracia nuestra están vivos a diferencia de los “perejiles” que sacrificaron y aunque devenidos en funcionarios de la actual “democracia” no han perdido un ápice de su prepotencia y maldad.
Son muchos, quizás demasiados, para nuestro asco. Entre ellos están los que aprovechaban su exilio dorado para reunirse en París con un almirante, los que remedando a Le Carré aseguraban que la razón de ser de los servicios de inteligencia era el “cambio de figuritas” en especial las que molestaban a ellos, las fulanas que “chupadas” entraban a
La orden, que ha bajado de algún lugar donde anida esta banda de arteros verdugos, es que hay que liquidar - no muy rápido, pues el espectáculo del circo judicial es importante como sedante para la estúpida clase media argentina con pretensiones de “progre”, la misma que treinta años atrás pedía horcas en Plaza de Mayo – a los Combatientes Legales de una guerra solapada y rastrera que empezó cuando
Por eso, no nos confundamos, nada se puede esperar de esta banda de irregulares que es el PRO, porque repitiendo el esquema político argentino hay allí cabida para todos, inclusive y esto lo veremos a corto plazo, pues esta banda también tiene en su staff algunas locas aborteras de una derecha perdularia y vergonzante que harán su propio barullo en el Congreso, para demostrar que se puede vivir en Barrio Norte y ser “progre”. Total allí cada cual hace lo que quiere.
Pero esta actitud de los que “van a hacer linda Buenos Aires” sólo puede sorprender a aquellos que carecen de memoria, ¿O no recordamos que fueron los votos del PRO en la legislatura los decisivos para que Mario Kestelboim – otro asesino intelectual en este caso de Carlos Alberto Sacheri – fuera ungido como defensor de la ciudad?, ¿O nos olvidamos de Gabriela Michetti refiriéndose a quienes vamos los martes a Plaza de Mayo nos trató de “grupúsculo de defensores de genocidas”?. Hemos sido lo suficientemente estúpidos inclusive, como para que las uniones de promociones militares le proveyeran fiscales pues, “sotto voce”, el mensaje que nos daban era que ellos eran los únicos que iban a hacer algo por nuestros presos.
Aceptémoslo. Mauricio Macri y su banda son seres inmunes al coraje y por ende inasequibles a la grandeza. En su pequeñez han dejado pasar la posibilidad de una transición dolorosa pero fructífera. Han tirado por la borda la posibilidad de un futuro en unión, pero bueno, al fin y al cabo son unos rastacueros de la misma laya que cualquier político que aprendimos a soportar.
Solo una cosa me alegra. Hoy el PRO es una fosa común llena de cadáveres políticos.
JOSE LUIS MILIA
Josemilia_686@ hotmail.com
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