Y como si esto solo no fuera demasiado grave, mediante la injusticia, el desempleo y la exclusión, generan la superproducción de delincuentes. De esta proliferación de delincuentes, y de la indefensión de los ciudadanos, son responsables los integrantes de los tres poderes del Estado. Tanto por acción o por omisión.También son tres las principales causas del auge de la corrupción y la inseguridad. DROGAS, PROSTITUCIÓN Y JUEGO.Según un informe de la Secretaría de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico de la provincia de Córdoba, hay cerca de 220 vuelos por día que cruzan desde Paraguay por la frontera de Misiones y que aterrizan en unas 1.000 pistas clandestinas.En el mismo informe, la secretaría antidrogas cordobesa indicó que en su territorio hay 5.000 puntos de venta de drogas, que venden unos 40.000 kilos sólo de marihuana cada año.(http://www.clarin.com/diario/2010/01/14/policiales/g-02119455.htm)El informe solo se refiere a la frontera misionera. No contabiliza los vuelos que ingresan por el NO argentino. Todo ello favorecido por la falta de un moderno sistema de radares y porque nuestros legisladores se niegan a aprobar la Ley de Derribo, que faculte a derribar a estos aviones traficantes que no acatan las órdenes de aterrizar.
Es poco y nada lo que se hace desde el Estado para combatir el tráfico de drogas. La misma inacción estatal se observa en el tráfico de personas. Aumentando paulatinamente la desaparición de chicas y niños que son introducidos al mercado de la prostitución.El otro flagelo social es el juego. Y aquí si se nota la participación del gobierno inaugurando casinos e incentivando la ludomanía.Así, con drogas, prostitución y juego se tiene el combo completo para alcanzar el máximo de inseguridad y corrupción.Son muchos los políticos que reconocen que la inseguridad no es una sensación, y que requiere medidas drásticas e inmediatas, pero temen ser tildados de represores. Entonces, buscan radicarse en un country o zona residencial de mayor seguridad, contratan vigilancia privada y utilizan autos con vidrios polarizados, prohibidos por la legislación que ellos mismos aprobaron. Allí escondidos como ratas que espían al gato desde el fondo de su cueva, miran los noticieros y leen los diarios, soslayando las informaciones sobre lo que le ocurre al pueblo. Su preocupación se centra, en lo que dicen sus adversarios políticos, para encontrar argumentos para denostarlos; y en lo que dicen sus alcahuetes y chupamedias de turno, para regocijarse en su estúpido orgullo.
En tanto, el zurdaje progre levanta las banderas de los derechos humanos, derechos humanos que no se respetan en los países donde gobiernan sus ideólogos, (Vr.gr. China, Cuba, Venezuela, etc.) El laburante, el que pone el lomo todos los días para pagar sus impuestos hasta cuando compra un litro de leche y un kilo de pan, para que se sostengan en el poder esa manga de zánganos; ese laburante no tiene derechos humanos. De él solo se acuerdan en el momento previo a las elecciones. Es entonces cuando la lacra política se llena la boca hablando de las recetas que tienen para combatir la inseguridad, recetas que nunca aplicaron ni aplicarán.