El 12 de setiembre de 1976 , un grupo de policías regresan en un colectivo de la repartición, después de haber prestado servicio en el clásico de fútbol rosarino. Es domingo a la tarde. Unos dormitan, otros comentan el partido, este comenta del hijo enfermo, aquel del embarazo de su esposa, el mujeriego sobre su última conquista. Quizás algunos comentan sobre la subversión. Son jóvenes. No son represores. Tampoco tienen participación en la investigación y lucha antisubversiva. Son un “cacho” de PUEBLO que en procura de un sueldo seguro todos los meses ingresaron a la repartición policial. De pronto... la explosión y la muerte. Un coche bomba accionado por control remoto explota, sembrando dolor y muerte. Contenía explosivo exógeno de alto poder explosivo (desarrollado por ingenieros químicos de la organización terrorista Montoneros) y cientos de bolillas de acero para producir mayor daño. Murieron nueve policías y hubo más de doce heridos, muchos mutilados de por vida. El atentado era en contra ellos, por el solo hecho de vestir el uniforme policial. Pero también hubo “víctimas colaterales” como les gusta decir a estos genocidas para justificar la muerte de personas ajenas a sus intenciones homicidas. A raíz del atentado murieron una inocente ama de casa y un fotógrafo.
La fórmula de este explosivo exógeno fue entregada por MONTONEROS en 1977 a las organizaciones terroristas árabes en lucha con Israel, a cambio de lanzacohetes RPG-7 y adiestramiento en el Líbano. Ha sido usado en innumerables atentados por los árabes, sobre todo en los ataques suicidas personales, dado su gran poder aun en pequeñas cantidades. En aquellos años, muchos estudiantes de Ingeniería Química utilizaban los conocimientos que adquirían en Universidades Públicas, para fabricar explosivos que utilizaban contra el mismo PUEBLO que sostenía esas Universidades.
Este atentado terrorista, fue el que mayor número de victimas causó en nuestra provincia. Esta violación grave, masiva y sistemática de los derechos humanos debe ser conocida por toda la sociedad presente y futura, sabiendo que estos actos tuvieron plena vigencia, tanto en gobiernos militares como en regímenes constitucionales.
Sin embargo, la democracia que supimos conseguir, ha permitido que treparan a los mas altos cargos públicos, algunas personas que haciendo una apología del delito, premian con una jugosa indemnización a los familiares del delincuente muerto durante un asalto. Entonces cabe preguntarse ¿Cuál es el reconocimiento del Estado para estas inocentes víctimas?
Hoy, sólo familiares, camaradas y amigos se reunirán frente al monumento levantado en la esquina de Rawson y Junín de la Ciudad de Rosario, para rendir homenaje a los policías santafesinos asesinados por la guerrilla terrorista.
Orlando Agustín Gauna
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